¿Es problemático que muy a menudo el conocimiento esté conformado por los valores de quienes lo producen? Discuta esta pregunta haciendo referencia a dos áreas de conocimiento.

Cuando era pequeña mi mamá me llevó a la apertura de una muestra artística que había elaborado mi tío titulado “Cuando la gráfica es amarga”, recuerdo entrar a la sala y ver muchas caricaturas burlonas de políticos. En ese momento no entendía lo que estaba viendo, pero ahora reconozco el arte político altamente cargado de los valores personales de mi tío. Aquella exposición lo hizo muy conocido, por expresar su visión de la situación política del Perú; sin embargo, también le trajo muchos problemas. Mi tío pasó por demandas, amenazas e incluso estafas de diferentes medios comerciales; pero algo que siempre me pareció curioso fue como la sociedad podía tener reacciones tan distintas a una misma producción.

Existen diversas situaciones, como la de mi tío, en las cuales el conocimiento impregnado de valores personales puede ser tanto beneficioso como perjudicial. Lo cierto es que la utilidad del conocimiento puede verse limitado si se incorporan estos valores, pero también puede potenciarse si se prescinden de ellos, dado que la evaluación varía según el campo del conocimiento. Y es que, en la mayoría de los casos, lo que se considera "problemático" adquiere un significado distinto. Entonces nos cuestionamos: ¿Es problemático que muy a menudo el conocimiento este conformado por los valores de quienes lo producen? A mi modo de ver las cosas, aquello que se considera “problemático” depende del área de conocimiento desde la cual se analice la situación, ya que el conocimiento producido no será el mismo ni será utilizado con los mismos propósitos en todas las áreas.  En orden para realizar este ensayo, haremos uso de dos áreas de conocimiento, las artes y la historia.

Al hablar de Historia, suele ser problemático que el conocimiento esté conformado de valores. La objetividad es una característica perseguida dentro de esta área de conocimiento, de no ser así, un historiador que no es imparcial corre el riesgo de producir conocimiento sesgado y manipulado por sus opiniones personales, transmitiendo versiones incompletas y erróneas del pasado. Según el alcance, el objeto de la historia es un acontecimiento pasado y la única manera de recuperarlo es a partir de fuentes e interpretaciones con el objetivo de lograr la reconstrucción más acertada posible. Para poder lograr este ideal, la metodología de la historia indica que el historiador debe analizar el contexto histórico y buscar pruebas. Si no hay fuentes, no hay historia; pero a su vez es este conocimiento lo que da sentido a estas reliquias, no al revés. Según la ética del área, es necesario que la historia no se vea influenciada por valores y no beneficie a ningún punto de vista, ya que de ser así, la interpretación de estas fuentes puede ser subjetiva y afectar el método inductivo en donde se recopilará la información necesaria.

Es más, el día anterior, en mi clase de historia, mientras estudiábamos el desempeño de Stalin como líder, llegamos a leer un texto de Robert Service titulado “El tormento de la URSS”. Al terminar de leer se llegó a la conclusión de que, si bien Service es un historiador altamente reconocido, su posición “anticomunista” influía en el texto al tratar de describir a Stalin, ya que observaba más aspectos negativos. Esto se consideró como una limitación dentro del análisis, justamente porque no ofrecía una versión objetiva del desempeño de Stalin como líder.

Por otro lado, en la historia los valores también enriquecen el conocimiento. Gracias a la perspectiva, es prácticamente imposible alcanzar una historia sin valores, debido a que la interpretación está influenciada por el contexto del historiador. De esta manera, distintas opiniones pueden modificar el enfoque con el que se trasmite el conocimiento. Entonces, ¿no vendría a ser entonces lo inevitable problemático?

Adichie menciona en su libro “El peligro de la Historia Única” que no siempre la subjetividad será negativa. Una parte importante de la historia son las perspectivas; ya que podemos tener puntos de vista que otorgan mayor credibilidad. Según la metodología del área, la historia no existe sin alguien que la analice, y son justamente dichas personas quienes aportaran valores de manera inconsciente gracias al efecto de la coyuntura. Estos valores, a su vez, otorgarán al receptor distintos posicionamientos sobre un hecho, algo que ayudará a construir una historia más completa desde la interpretación.

De hecho, en clase de Historia, hace algunas semanas, mientras leía sobre la Revolución Mexicana, me di cuenta de la gran cantidad de perspectivas que había en cuanto a este hecho. Un ejemplo de ello es el texto de Skidmore y Smith llamado “Historia contemporánea de América Latina” donde si bien critican algunos aspectos del porfiriato, se refieren a Díaz como “un genio de la política” y alaban su manejo sobre México. Ya que, diferentes son los valores que influyen la interpretación, porque gracias a estos es que se pueden reconocer ciertos aspectos positivos -o negativos- de un periodo en la historia.

Por lo que es posible decir que si bien los valores personales afectan a la objetividad de la historia (dificultando su ideal reconstrucción); es imposible evitar que esto suceda, por lo que estos valores logran crear perspectivas que enriquecen la producción del conocimiento, otorgando la oportunidad de poder generar una conclusión propia. Lo problemático cobra relevancia cuando estos valores influyen de manera abismal y limitan la producción de conocimiento; obstaculizando el objetivo principal: la reconstrucción del pasado. Esto implica que la historia debe ser -y será- producida bajo la influencia de valores personales hasta cierto punto. Dejando en claro que los historiadores deben buscar la propia interpretación de los hechos según su contexto sin dejarse llevar demasiado por ello.

Como siguiente punto, al hablar de arte, los valores no representan un problema. El arte es un área del conocimiento subjetiva que permite a los artistas transmitir emociones. Según la perspectiva, una de las características distintivas del arte es su capacidad de generar diversas interpretaciones.

Cada persona puede crear una obra de arte de manera única, influenciada por su contexto y sus experiencias. Y es eso lo que es considerado valioso: la diversidad de interpretaciones hacia una obra. Debido a que la variada metodología del arte, esta generará múltiples interpretaciones que enriquecen al arte, es por ello que los valores enriquecerán la producción artística.

Por ejemplo, mientras realizaba mis entregas para la clase de Arte, tuve que buscar referentes y me encontré con una pintura de Diego Rivera llamada “La dictadura”.  Mi profesora me pidió analizarla y me di cuenta la inmensa carga de valores de Rivera; sin embargo, a pesar de esta carga de valores, este cuadro es considerado muy importante al transmitir el sentir de muchos mexicanos en contra de la dictadura de Porfirio Díaz y distintos revolucionarios; algo que no hubiera pasado sin que sus opiniones interfirieran con su producción.

Por otro lado, la carga de valores en el conocimiento en las artes también puede significar algo problemático. Al hablar de la ética, si bien el artista no tiene limitaciones, los espectadores sí los tienen. Según la perspectiva de las artes, al exponerla al mundo, esta choca con otras formas de ver las cosas; por lo que, es la libertad de expresión del artista la que se ve afectada. El artista, al producir conocimiento plagado de valores, representa un peligro para sus receptores y sus límites éticos o personales. Por otro lado, el receptor forma parte crucial de la producción de conocimiento; sin él, el arte es incompleta y dichos artistas deberían procurar que sus producciones no diverjan con los límites éticos de sus espectadores, puesto que ello podría llevar a que su arte sea prohibida.

Por ejemplo, al investigar para mi monografía, en la época del nacionalsocialismo en Alemania, Hitler controló arte según sus estándares. Aquella fue plagada de valores nazis que la sociedad también aceptaba y, por lo tanto, era el único arte que se consumía, como fue el caso de la pintura “Familia campesina de Kahlenberg" de Adolf Wissel, que retrataba los valores sobre a la “familia ideal”.

Pinturas como estas opacaron a otros artistas como Otto Dix que se negaron a seguir los valores nazis, y por ello sufrieron la consecuencia de que su arte fuera destruida.

Si bien los valores personales del artista pueden afectar negativamente en la percepción que los receptores, esta característica no es determinante en la producción del artista. Ya que, el arte ha evolucionado lo suficiente como para aceptar la carga de valores que un artista puede plasmar, porque este le agrega diversidad a la producción artística, dando pase a que no se tenga restricciones que manipulen su significado. Aquello implica que el arte debe ser producido sin el objetivo de complacer a sus espectadores, es decir, debe poder contener los valores que constituyen a la producción artística.

En conclusión, las áreas de conocimiento -como lo son el arte y la historia- consideran como problemático la presencia de valores en el conocimiento hasta cierto punto y en distintas medidas, según sea el caso. Si bien los valores en la historia son inevitables de evitar en su totalidad, su presencia puede ser tanto beneficiosa como perjudicial, es decir, debe haber un equilibrio entre ambos. Distinta es la situación de las artes, ya que en dicha área de conocimiento se exalta la presencia de valores personales para evitar la monotonía en las producciones artísticas, al ser este su objetivo; sin embargo, puede llegar a ser contraproducente para el artista que estos se exhiben de manera abrumadora. Por eso mismo es que la presencia de valores es importante en ambas áreas, y si bien esto es por diferentes razones; ambas deben ser cuidadosas con la cantidad de valores que se exhiben.

Service, R. (2009). Camaradas. Breve historia del comunismo. Bailén.

Adichie, C. (2018). El peligro de la Historia Única. Literatura Kandom House.

Skidmore, T. y Smith, P. (1997). Historia contemporánea de América Latina.

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